Dos años de aprendizaje.

-Mamá, de este cole llego muy cansada a casa.

-Ajam, ¿Y en el otro no te cansabas?

-Pues, a ver …. en este cole se me cansa el cuerpo, y en el otro se me cansaba mucho la cabeza. ¿Lo entiendes?

-Si amor, lo entiendo.

¡Cómo no voy a entenderlo! Si llevábamos dos años observando como te marchitabas. Y a pesar de todo hemos conseguido que te mantuvieras alegre, inocente, curiosa, generosa, feliz, segura y amada. Pero sólo eso, manteniéndote, con mucho esfuerzo, estando muy atentos y preocupados. Eso que te «cansaba la cabeza» era ESTRÉS, y en esas condiciones no hay quien se despliegue, sólo nos quedaba «sobrevivir» y esperar que nuestra semilla de luz y amor quedara en ti.

Pero hija, no han sido sólo dos años de preocupación lo que hemos vivido en el antiguo cole, también aprendimos muchas cosas:

Tan sólo tenías 3 años cuando tuvimos que explicarte que no estaba bien que tu profe rompiera dibujos o trabajos, porque no estaban como a ella le parecía que debían estar.

Que todos lloramos lo que necesitamos y que si te quedabas llorando en el cole papá y mamá no nos íbamos muy tristes al trabajo, eso no debía preocuparte porque somos adultos y sabemos relativizar. Que en casa no lloramos solitos apartados en una silla, que nos consolamos, ayudamos y que nunca vamos a prohibir a nadie que acuda en ayuda de un amigo.

Muy pronto tuvimos que explicarte también lo que es un chantaje, que podías llorar todo lo que necesitaras y que igualmente ibas a ir a la excursión, aunque tu profe te dijera lo contrario. Y que la maqueta de dinosaurio que tenías en clase no te vigilaba para que te portaras bien, no tenías que asustarte de una maqueta, ni hacer las cosas de forma correcta por miedo.

Aprendiste un poquito lo que era la ironía, te hizo mucha gracia el día que me dijiste que en clase tenías que hablar con la boca, porque la profe os regañaba y decía que hablar con la cabeza sólo lo hacían los burros, entonces te contesté que tu profe debía tener muchos burros en su familia para saber eso tan bien. Primero me miraste con cara de pilla y luego te partías de la risa.

Tenías tan sólo 4 añitos cuando aprendiste que beber agua cuando tu cuerpo lo necesita no es que te sirvan agua en un vaso después del patio (sólo si ese días has llevado vaso). Tú solita aprendiste lo que es la burla, no te lo enseñó un compañero, sino tu profesora, cuidadora y adulta de referencia cuando un día alguien olvidó el vaso y la profe dijo en alto en clase «todos podéis beber del vaso, menos tú que puedes ir al baño a beber como un perrito», con ese tonito que rápido registraste.

Así que también aprendiste lo que es tener mala leche, hacer las cosas a mala leche y lo llamaste «no tener buen corazón» porque cuando algún compañero se atrevía a confesar que se le había pasado recoger algo, la profe lo cogía y se lo tiraba al suelo para que lo recogiera de nuevo.

También aprendiste que ir al baño cuando lo necesitas no es levantar la mano, esperar a que te atiendan, y si no te atienden hacérselo encima, como le pasaba a tus amigos porque les daba miedo levantarse sin permiso. O que un niño de 4 años no se hace caca encima «APOSTA» como le dijo tu profe a un amigo delante de todos, entre «QUEAAASCO» y «QUEAAASCO».

En fin hija, entre todo esto, lo que no nos hayamos enterado y lo que nos reservamos, como verás no han sido dos años en balde, muy estresantes para todos pero no en balde. Nosotros también teníamos las cabezas muy cansadas como tú, y aunque ya estábamos inmersos en esta forma nuestra de criar y acompañar, estos dos años nos han precipitado el aprendizaje a todos. Ahora estoy muy contenta porque esta desagradable experiencia nos ha hecho crecer como personas, porque hemos aprendido que cuando algo no te gusta hay que hacer todo lo posible para cambiarlo y sobre todo porque estamos viendo que esa semilla de luz y amor sigue intacta y ahora en continuo crecimiento. Te quiero mucho mi niña.

**Por cierto, si has leído hasta aquí, te parece interesante lo que escribo, piensas que hay otra forma más humana, amable y respetuosa de acompañar a nuestros hijos, esto que cuento es sólo un trocito de nuestra experiencia personal en el CEIP Teresa Berganza de Boadilla del Monte, donde hay profesores estupendos que hacen lo que pueden con la precariedad de medios de que disponen. Pero también puedes tener tan mala suerte como nosotros y tener que sufrir una profesora autoritaria y «con mal corazón» durante los tres años que dura la etapa infantil. Cuando estuvimos en el CEIP Teresa Berganza de Boadilla del Monte hicimos todo lo que pudimos para que no fuera así, para que todo fuera más amable, nos reunimos con profesora, coordinadora y dirección en más de una ocasión sin suficientes mejoras, así que como nuestros hijos crecían y no podían esperar el cambio, decidimos irnos. Escribo este post para que si estás en una situación parecida, intentando criar de forma respetuosa, buscando colegio por la zona, al menos tengas esta información. **